Como recordarán, en el período posclásico, se dieron invasiones que modificaron profundamente la vida de los mayas, sabemos también que fueron los guerreros toltecas los que tomaron las riendas del gobierno. En las crónicas indígenas como el Popol Vuh y el Memorial de Sololá se relatan los detalles de las guerras frecuentes que tenían que librar con los antiguos ocupantes del territorio o sea los sobrevivientes del colapso maya. Esta situación dió origen a que se mezclaran los toltecas con los mayas y de este modo se formara una nueva cultura, la maya-tolteca, en la que se ubican los quichés, cakchiqueles, mames, kekchí, tzutuhuil, etc. Después de rivalidades y contiendas entre los mismos pueblos indígenas surgen los señorios indígenas que se establecieron en diferentes partes de la país. Los cakchiqueles se asentaron en la región central, ocupando el territorio que hoy sería el occidente del departamento de Guatemala, Sacatepequez, Chimaltenango, norte de Escuintla y norte de Sololá. Los tzutuhiles ocuparon la región situada al sur del lago de Atitlán y una faja de tierra dentro de Suchitepequez. Los quichés extendieron su dominio en el sur del departamento de Quiché, Totonicapán, oriente de Quetzaltenango, norte de Retalhuleo y norte de Suchitepequez. Los mames se situaron en el sur de Huhuetenango, San Marcos y occidente de Quetzaltenango. Los kekchís ocuparon Alta Verapaz, el occidente de Izabal y el sur de Petén. El pocomchí ocupó el sur de Alta Verapaz y norte de Baja Verapaz. Los pocomames centrales se situaron en el centro del departamento de Guatemala y nororiente de Escuintla. Los pocomames orientales en el departamento de Jalapa. Los pipiles se asentaron en el sur de San Marcos, Retalhuleu, Suchitepequez, Escuintla y Jutiapa. El pueblo xinca ocupó la mitad de Santa Rosa. Los itzaes en el centro y norte de Petén. Los chortíes ocuparon Chiquimula. Los señoríos más importantes fueron los quichés, cakchiqueles, tzutuhiles y los mames.
Después de los mayas, los quichés y cakchiqueles fueron los pueblos más cultos que poblaron nuestro territorio en la época prehispánica. La primera capital de los quichés se llamó Izmanchí, en donde vivian en paz, pero luego surgió la rivalidad entre las tribus hermanas. La segunda capital fue Gumarcaah, llamada después Utatlán en tiempos de la conquista, esta ciudad alcanzó gran esplendor en el gobierno de Kikab el Grande. Luego vino la decadencia; sus propios hijos se levantaron en contra de Kikab hasta derrocarlo. Los cakchiqueles originalmente eran aliados de los quichés, y gracias a esta alianza fueron posibles las famosas conquistas de Kikab, pero a mediados del siglo XV ocurre la separación de ambos pueblos y los cakchiqueles fundan Iximché, su capital, en el año 1463, sobre el monto Ratzamut. Estos indígenas estaban bien organizados militarmente, por lo que conquistaron numerosas ciudades, logrando un gran poderío. Entre los quichés y los cakchiqueles había una fuerte rivalidad, esta rivalidad fue aprovechada por los españoles, ya que con el apoyo de los cakchiqueles vencieron a los quichés. Aunque más tarde los cakchiqueles se revelaron contra los españoles.
principal tribu o nación aborigen de Guatemala. Pertenecen al gran grupo lingüístico Maya (Véase INDIOS MAYAS), al igual que sus vecinos en el mismo estado, los Cakchiquel, Pokonchi y Tzutnhil, los cuatro dialectos que constituyen un sólo lenguaje. Los Quiché ocuparon la parte centro norte de Guatemala, incluyendo los distritos actuales de Quiché, Totonicapan, y parte de Quezaltenango. Como las de otras tribus Mayas, sus tradiciones apuntan a un origen desde el norte o el noroeste, y su historia realmente auténtica se remonta al año 700 d.C. (La historia Maya parece ser realmente auténtica remontándose incluso hasta el siglo II). Fueron subyugados por Pedro de Alvarado cerca al 1525, con incluso más atrocidades que las usuales, y declinaron rápidamente bajo el sistema de esclavitud y duros tributos impuestos, a pesar de las advertencias del Papa y las leyes humanitarias promulgadas por el monarca español, a instancias de Las Casas. Incluso antes de que se completara la conquista, los padres dominicos Pontaz y Torres habían instalado su residencia entre los Quiché y comenzado el trabajo de cristianización. En 1530 el padre Francisco Marroquín (m. 1563) llegó de España para organizar la Iglesia en Guatemala, y en 1533 fue confirmado como obispo. Le dedicó especial atención a los indígenas y sus lenguajes, volviéndose particularmente experto en el Quiché, idioma al cual tradujo el Catecismo. A petición suya el padre De Las Casas (1536) estableció en Santiago un convento dominico para la conversión de los nativos. Fueron apoyados dos años más tarde por los padres Zambrano y Dardon, de la Orden de la Merced, quienes establecieron un monasterio de dicha congregación en las misma ciudad. Con estas dos órdenes, trabajando en armonía con los Franciscanos, quienes llegaron en 1541, la conversión de los indígenas se efectuó gradualmente, con los nuevos conversos reunidos en poblados para su mejor gobierno e instrucción. Toda la tribu es cristiana desde entonces, aunque muchos de los antiguos ritos persisten en la vida diaria. Su número actual se aproxima a los 150.000. En los hábitos agrícolas, arquitectura, método literario y producción, ceremonial religioso y cultura en general, los antiguos Quiché recuerdan a los Mayas, sólo con diferencias menores. En sus mitos originarios (como está asentado en el “Popol Vuh”), Gugumatz, la Serpiente Emplumada –equivalente al Quetzalcóatl de los aztecas- le dio forma a la Tierra, y finalmente creó cuatro hombres y cuatro mujeres, quienes se convirtieron en los ancestros de la raza, asignando a cada pareja al mismo tiempo un dios tutelar especial, y cuyo primer deber era producir fuego y luz limpiar el mundo de monstruos malignos, e instituir ceremonias y sacrificios. El “Popol Vuh”, o “Libro Nacional”, el gran monumento literario de los Quiché, es un compendio de sus tradiciones más antiguas transcritas antes de la conquista. La versión actual, evidentemente una copia de un registro más antiguo, fue escrita en lengua Quiché por alguien de la tribu, aparentemente poco antes de la conquista. Llamó primero la atención a través de una traducción en castellano por el padre dominico Francisco Ximénez (c. 1725). En 1861 una traducción más correcta en francés, con el texto original, se publicó en París por el abate Brasseur de Bourbourg. Sobre esta obra dice Brinton: “Este podría ser considerado uno de los más valiosos monumentos de la antigua literatura americana y su sólida autenticidad no puede ser puesta en duda”.
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